
Seis españoles en una clase de pan francés impartido por una profesora canadiense en inglés y traducido por una holandesa con acento andaluz. Podría ser el inicio de un chiste pero no lo es. Sólo es el reflejo de la variedad cultural que abraza esta ciudad y que sin embargo comparte un mismo perfil: el gusto por las pequeñas cosas.
Joan y Mónica lo han hecho posible una vez más en un espacio que intenta recuperar tradiciones a través de los fogones. Jean Benoit, magnífica profesora, hizo el resto.
Descifrar ingredientes con reglas de tres, dar forma a un proyecto y sentir la voluptuosidad de la textura de la masa en tus manos. Sin prisas.
El tiempo no se detiene, simplemente toma otra dimensión.
Exigencia, precisión, paciencia y una buena dosis de energía para amasar.
Hacer pan puede convertirse en una buena terapia anti-stress.
Y entre paso y paso, una nueva oportunidad para saborear un café, entablar una charla, descubrir un poco más de la historia de ese pan, saborear una choucroute casera deliciosa o simplemente conocerse un poco mejor.
No es la velocidad del tiempo la que cambia, es la calidad.
El resultado: Las mejores baguettes, pain de campagne y pan brioché que he comido nunca.
La prueba: pasaron el test de mi compañero francés a pesar de la poca gracia que tuve dándoles forma 😉
No puedo esperar al próximo taller: desayuno francés. Seguro que no será el último.
Más información e imágenes:
http://bonsfocs.blogspot.com