Ella. Ella se buscaba. En los espejos en que se cruzaba. En la mirada de los otros. En sus gestos. Ella. Ella buscaba su reflejo sin darse de cuenta de que era más que una imagen mal dibujada. Los años, la familia, el trabajo. Frente al espejo del minúsculo lavabo, mientras se recogía sin prisa e improvisadamente el pelo tras la nuca, buscaba trazos, pistas que le indicaran en qué momento se había perdido en la mirada de los otros. Se miró fijamente, los brazos abrazando su torso. Se movió resuelta, como despertando de un sueño. Una letargia temporal. Se apresuró. El paso rápido, la cabeza alta. ¿Una sonrisa escondida? La casa estaba vacía. Los niños se habían ido, su marido también. Amelia cierra los ojos para memorizar ese momento, esa sensación. El timbre sonó.
En la puerta un chico risueño le saluda. Amelia tarda en reaccionar. Lleva una caja apoyada en sus manos. El chico sonríe. Es una sonrisa sincera, auténtica. Amelia le devuelve la mirada espontáneamente. Un poco incómoda, se oye repetir: ¿quieres pasar?
El jarrón de flores luce resplandeciente en el salón y una luz amable abre el paso del joven repartidor, caja en mano. Amelia, se sorprende al oírse una vez más dirigirse a él. ¿Quieres un café? Toma con normalidad el gesto resuelto del joven que apoya la caja en el mármol de la cocina y acepta complacido un café. No hay gesto de molestia en el rostro del joven, no hay rastro de condescendencia. Puedes abrir la caja, concede Amelia. Es un cake. Para mi marido. Pero no vendrá hasta tarde. Sería una lástima no aprovecharlo hasta entonces. Es vegano. Espero que no te importara. La verdad es que nadie lo diría, está riquísimo. Sírvete. Ponte cómodo. ¿Conoces la crema de castañas? Te encantará. Las risas suben espontáneas por el hueco del patio de luces. La conversación fluye en la escueta cocina. Y Amelia se encuentra. Por primera vez en muchos años se vuelve a encontrar.
Hacía ya casi un mes que llevaba desaparecida. Bueno,no exactamente, porque he publicado a diario en Instagram y en Facebook. Pero no por el blog. Tras una Navidad especialmente saturada, mi cuerpo me pedía una pausa. Y me la tomé. No para programar, ni para preparar contenido. Simplemente para bajar un poco el ritmo. Pero ahora sentía que era tiempo de volver, de volver a estar con vosotros. Echaba de menos escribir. Es curioso como los dedos se mueven solos sin más. He querido abrir 2018 con una tarta que quiza no es espectacular, pero si muy especial, un cake vegano.
Cada vez hay más personas que ya sea porque prefieren prescindir de alimentos de origen animal o porque no toleran o no quieren consumir lácteos ni huevos ven en la alimentación vegana una solución. Es muy habitual ya que tengas que adaptar tus comidas y ofrecer a tus invitados alternativas. Este es un cake delicioso que aprendí junto al chef vegano Toni Rodríguez y al que yo he tuneado un poco la crema. El resultado es delicioso y lo podrán comer todos en casa. No hará falta que hagas otro pastel!
Tiempo de elaboración: 20 minutos de cocción y 15 de elaboración para el bizcocho. 10 minutos para la crema chantilly.
Utensilios:
Amasadora con pala
Bandeja de hornear
Silpad o papel de hornear
Aros de 20 cm o moldes
Boles y espátulas para mezclar
Ingredientes para dos cakes:
420g de harina de trigo
100g de cacao en polvo
350g de azúcar
30g de levadura
3g de proteína de patata (en tiendas especializadas, sirve para substituir el huevo)
8g de sal
500g de agua
240 g de aceite de girasol
Aroma de vainilla
Elaboración:
Precalentamos el horno a 180º.
En el bol de la amasadora, añadimos los ingredientes secos. La harina, el cacao, la levadura, el azúcar, la sal, la proteína de patata. Añadimos el agua, el aceite, el aroma de vainilla y mezclamos con pala al menos 5 minutos. Hasta que obtenemos una masa homogénea.
Vertemos en 400g de masa en dos aros de 20 cm, sobre una bandeja de hornear con un silpad debajo. Yo utilicé la mitad de la receta y un molde normal de 20cm de diámetro.
Horneamos unos 20 minutos, hasta que al pinchar con un palillo salga limpio.
Enfriamos sobre una rejilla.
Ingredientes para la Chantilly de crema de castañas:
600g de nata 100% vegetal (yo utilizo la marca Ambiante, ¡parece nata de verdad!)
240g de crema de castañas
40g de margarina vegetal
Elaboración:
Fundimos la margarina con la crema de castañas y mezclamos bien. Montamos la nata hasta que esté firme.
Añadimos un poco de la nata montada a la mezcla de castañas. Añadimos el resto y mezclamos bien con una espátula a mano.
Si hemos hecho los dos cakes, decoramos un bizcocho con un poco de crema y colocamos el otro encima. Extendemos más crema. Si lo queremos cubrir bien. Enfriamos en nevera o incluso congelador y acabamos de cubrir por completo.
Espero que disfrutéis de esta versión vegana tanto como yo de esta pastelería alternativa sin renunciar a la alta calidad. Me despido de vosotros asomándome tras la pantalla.
Ya me contaréis. Espero ver vuestros comentarios!
Solo te robo un minuto para agradecerte que sigas pensando en nosotros y nos agasajes con esta maravilla. Aquí nos tendrás para seguir disfrutando con tus exquisiteces. Un besito y GRACIAS
No me robas ningún minuto, me lo regalas. Estos son los minutos que realmente merecen la pena 🙂 Mil gracias de veras por tu comentario. ES muy muy importante para mí. Un beso enorme bonita!