Sorbete de piña con crema quemada

Hoy no tengo mucho que contar, sólo que la piña me sabe a mar…


A mar de un azul infinito, de arena blanca y fina.


La piña me recuerda a México. Y México me recuerda a vacaciones. Estas anheladas vacaciones que tanto se hacen de rogar.


No me malinterpretéis, México es mucho más que piña colada y mar. Es un país al que me hubiera gustado adentrar.


2012 fue largo, 2013 me acabó de sumir en un letargo. Y el verano con su luz mágica empezó con un tobillo roto, el de mi hijo mayor, y una varicela, la de la peque.


Entenderéis que sueñe con azules infinitos y verdes del sur de Francia.



Al margen de esto, la piña es también una de mis frutas preferidas. Y aunque viejuna, esta combinación con crema sabe a cielo. A cielo y a mar.


Hacer helados en casa no sólo es fácil, es delicioso. Yo utilizo una Krups que compré en un Outlet y me salió muy bien de precio.


Con este sorbete estreno oficialmente temporada. 


750 g de piña natural
130 g de azúcar fino
220 ml de agua
2 cucharadas pequeñas de miel
4 tarrinas de crema quemada


Ponemos a hervir la piña con el agua, el azúcar y la miel un par de minutos. Dejamos enfriar y reservamos en la nevera un mínimo de 12 horas.


Vertemos en la heladora hasta que quede consistente.


En un tupper rectangular no muy grande, ponemos una capa de crema y otra de helado y así sucesivamente.


Dejamos en el congelador un mínimo de una hora, desmoldamos en un plato y lo servimos en porciones. 

Si estáis en plena operación bikini (lo mío ya es una operación “grandes esperanzas”) podéis prescindir de la crema. El sorbete de piña por sí solo ya vale la pena y es nada más que eso, piña natural con algo de azúcar.

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pastelera y coach emocional.

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